Solo se muere una vez (I)

 

Como sólo se muere una vez, en esta entrada hablaremos de ello; de muertes. Conforme se van leyendo libros y dejando atrás partidas de defunción para situar los fallecimientos de las personas buscadas, entre todo lo leído siempre hay algo curioso, algo que destacar. De ello y de números se tratará aquí. Del enjambre que forman todas esas anotaciones: las curiosas; las que sin serlo, despiertan en el escribiente hacer constar la razón aún en tiempos de que esto no sucediera, las más comunes estadísticamente, etc.

Vamos a ello.

Debido al volumen de datos y al ser un período muy extenso (1652-1910), dividiré la entrada en dos partes. Esta primera, desde 1652 a 1799 y la segunda desde 1800 hasta 1910. Para ver la siguiente basta con pulsar el enlace en la imagen al final de la pantalla.

Dicho esto, aquí explicaré un poco las ocurridas en el  caso de la parroquia de Cangas. El primer libro de defunciones que se conserva comprende los años 1652 hasta 1744. Anteriormente, si existiesen libros anteriores, se entiende que fueron destruidos en el asalto turco a la villa en 1617.

El libro comienza con una partida de fecha de uno de julio de 1652. El 16 de enero de 1655 figura el fallecimiento ya de Gabriel Franco de Vega, escribano de número y, poco después se lee la partida del racionero Juan González Morrazo anotada el día 26 de agosto de 1656 que pasa por ser la primera que figura añadiendo la causa de la muerte. Muerto por una estocada dentro de la iglesia, sin que al anotarse la partida se supiera quienes fueran los matadores.

Dos días después, fallece María Gómez, viuda. La causa es una caída y se anota para explicar que la inmediatez de la muerte fue la razón por la que no testó.

El 4 de octubre de 1661 fallecen en el mismo día, Fernando González Morrazo y su mujer Isabel de Vega, vecinos de Darbo.

También por la necesidad de explicar motivos, en este caso por el que no recibe los sacramentos completos se escribe que Gonzalo de Soto, escribano real, fallece de apoplejía al ir andando a su casa sin llegar a ella. Era el 21 de noviembre de 1661. Otro escribano, Gregorio Fandiño de Valladares, lo hace de 14 de diciembre de 1663.

El 24 de noviembre de 1665 fallece toda la gente embarcada en una dorna que se hunde en el Cabo de Valea viniendo de Vigo. Los ahogados son seis vecinos de La Guardia y los cangueses Balthasar de Avalle, Juan Soto, Juan da Veiga, Juan Arias, Magdalena Pérez, Benita Núñez y María de Mandaio.

Juan de Refojos, regidor de la villa, lo hace el 4 de julio de 1677 cuando acude en barca a las Islas Cíes para pelear con navíos turcos que amenazaban la zona. También mueren en la refriega Domingo Dabal y Álvaro Pérez..

El 21 de agosto de 1685 fallece en Tirán Bartholomé Nogueira Paredes al embestir su dorna contra las piedras y ahogarse.

El 24 de noviembre de 1723 se refleja una partida de un cuerpo cadáver desconocido que arroja el mar a las costas de la villa y que, presume el cura que la firma, sea un vecino de Toralla o de San Miguel de Oya. Se señala que “venía muy gastado de cara y cabeza”, razón por la que no era identificable y “traía consigo unos anzuelos y un cinto de apretar con su bolsa y se hallaron en el mar unos lazos de alambre según se dijo de cazar conejos, unas uñas de conejo, un peine. Se halló descalzo, hombre bajo de cuerpo con una chupa de paño pardo”.

El 2 de febrero de 1725 fallece una muchacha de Vigo, María López, de un escopetazo impensado y desgraciado, a la que se confesó como se mudo en el muelle.

El 21 de enero de 1726 muere Manuel Giráldez, muchacho soltero, en el mar en el hundimiento del navío de S. M. el Rey Tolosa.

El 25 de febrero y el 10 de marzo de 1727 se anotan las muertes de Domingo Paredes y Sebastián de Alfaro, fallecidos en el mar en el secadero de cario pequeño en un accidente,  sin haberse recuperado sus cuerpos.

Ese mismo año, en abril se anotan tres muertes más de muchachos que se ahogan en la playa de San Luca, Juan Bicente, Felipe Lemos y Matheo Blanco. Posteriormente y en el mismo año, figuran dos ahogamientos más, uno en aguas de Santander y el otro en Lisboa al regreso de Cádiz.

Juan Giráldez fallece en cama con su mujer el 19 de Julio de 1729, haciendo constar sin mayor explicación que, ese mismo día, anduvo a pié.

Poco después, el 8 de agosto del mismo año, fallece Manuel Barreyros, al que trajeron desde Vigo a su casa en Cangas, aquejado de gota coral y que muere de alferecía en entado de inconsciencia.

El 20 de febrero de 1729 fallece Domingo Barreyros al caer al mar queriendo pasar de un barco a otro ya cerca del muelle. También fallece por caer de un árbol Joseph Antonio Rodríguez el 29 de julio.

Se suceden las defunciones sin demasiadas curiosidades hasta el 14 de junio de 1734, fecha de la muerte de Balthasar Fernández, mareante causada por una postema cuando se encontraba trabajando en el mar.

En el mes de octubre del mismo año, fallecen María Isabel de Montenegro Osea y Taboada, que lo hace el día dos, y tres días más tarde lo hace su marido Miguel Gerónimo Villarprego y Montaos, Señor de la Casa de Rodeira y regidor de la ciudad de Santiago de Compostela.

El 21 de agosto de 1736 muere Estebán de Ribas al caer de su embarcación en el trayecto de vuelta desde Vigo, apareciendo su cadáver en Santa Baia de Alcabre.

El 20 de octubre de 1738 se anota la defunción de Juan Rivero, ahogado el día 10 y encontrado después.

En 1739 se empieza a hacer constar quien fallece fuera de la parroquia. Aparecen así fallecidos en Inglaterra, Indias, Coruña, Cádiz, o simplemente a servicio de la Armada de Su Majestad. Así en entre el año 1739 al 1743, año en el que termina el primer libro, se contabilizan hasta 29 fallecidos por este motivo.

En los restantes años hasta 1750 fallecen dos personas ahogadas, varios hombres en distintas fechas en la Nueva España o Indias y una mujer por accidente.

En la siguiente década 1750-1759 señalar 9 personas ahogadas más 13 más fallecidas al servicio de la Armada, siendo de estas, las dos últimas Domingo Graña y Jacinto Barreiro, fallecidos en Cartagena cuando volvían de regreso del viaje desde Nápoles a Barcelona acompañando al Rey Carlos III.

El 10 de abril de 1758 es señala al margen la condición de párvulo por primera vez. La partida corresponde a Lorenzo, hijo de Lorenzo Rodal y María Josepha Budiño, fallecido con catorce meses. Pero es a partir de 1760, antes era en ocasiones muy aisladas, se empiezan a distinguir adultos de párvulos con mayor asiduidad en las partidas anotadas.

El 2 de febrero de 1760 fallece Manuel Carvallosa, natural de Portugal que, viniendo de Brasil naufraga en Cabo da Valea, y aunque consigue con el resto de la tripulación abandonar el buque y tomar una lancha, fallece al poco tiempo de llegar a tierra como consecuencia de las magulladuras por el oleaje contra la lancha y las rocas.

El 7 de junio del mismo año fallece Antonia Rodal, mujer soltera de 106 años y “que su aspecto así lo declaraba”.

En 1770 señalar el fallecimiento de dos marineros en un accidente a bordo del navío El Guerrero, fondeado en la entrada de la Ría. El cabo de escuadra Juan Carajal y el grumete Juan da Canal.

En julio de 1771 al volcar un barco por la tormenta fallecen dos mujeres; ahogada Manuela Refojos y por las lesiones la otra, Josepha Martínez.

Años después fallece el presbítero Josef Fandiño Rodal de alferecía el día 14 de mayo de 1774, cuando en el mismo día había ofrecido misa.

También se recoge la muerte violenta, según voz común, de Joseph Ramírez la noche del 10 de septiembre de 1775. Ejercía de sacristán de la Colegiata.

De los 23 fallecidos al servicio de Su Majestad, siete – Domingo Sá Villar, Ignacio Fernández, Joseph Cabral Nogueira, Pablo Blanco Núñez, Phelipe Rodal Bon y Santiago Bastos – lo hacen en febrero de 1780 en el incendio del navío “Santo Domingo provocado por los navíos ingleses.

En diciembre de 1783 se ahogan en la playa cinco muchachos solteros. Eran Ignacio Vizoso Santos, Joseph Queiro Santos, Manuel Fandiño Vizoso, Manuel Rodal  Rodríguez y Manuel Sotelo Vizoso.

Agustín Gil Piñeiro, Cosme Barreiros Fandiño, Joseph Piñeiro y Joseph Ignacio Gil Montero fallecen en noviembre de 1786 al naufragar el pesquero en el que regresaban desde el puerto de Marín al de Cangas.

En 1788 fallece Dominga Lemos, soltera de 101 años, segunda persona más longeva hasta la fecha.

El 18 de diciembre de 1789 fallece Juan Thomás Fontanes y Bello, médico de la villa.

En 1791 se producen dos muertes más a resaltar. La primera, la de Domingo Antonio García, vecino de Moaña que muere en la cárcel de Cangas el 20 de agosto y la segunda, el clérigo diácono Manuel Antonio Porto, fallecido violentamente según voz popular en la calle de la Calzada. 

Francisco Couto, vecino que era de Santa María de Mourente, fallece el 27 octubre 1798 al golpearle una piedra mientras trabajaba junto con otros compañeros como cantero en casa de María Vicenta Domínguez en Darbo.

Hasta aquí la primera parte que comprende los libros desde 1654 a 1799. Destacar 1794 como el año con más defunciones tanto en el total como de párvulos y que en 1762 no se firmó ninguna defunción como de párvulo. Sigue un gráfico con un escueto resumen.