Dice así: "Cuántos recuerdos, cuánta emociones en mi vivir de Cangas. La esposa que se fue tras los luceros al despertar el alba. Mi viejo traje gris, que tantos años con orgullo llevaba, cuando ella vivía, feliz y hermosa, y tanto le gustaba. Mi traje para ella elegante, de esposa enamorada, en días venturosos y felices, de amor y de esperanza. Pasaron muchos años que se fueron como un vuelo de alas, y el traje, aunque viejo, en buen estado, me alimenta y me acompaña. Lo llevo como prenda muy querida, algo que tanto se ama, como se lleva la cosa que más quieres, dentro, dentro del alma".
Como alumno tuvo a profesores como Xosé Monge,
Pepe Azpeitia, Felipe Carnicer o Manuel
Mosquera, con los que descubre su interés por la poesía.
Funda varios equipos de fútbol, organiza actividades lúdicas y crecerá como
conserje del Centro Recreativo antes de servir en la guerra civil en Infantería
de Marina.
Tras la guerra, dedica las tardes, incluso las libres de los domingos, para
visitar a los enfermos de la villa.
Trabaja en una botica, en una peluquería y en una ferretería antes de abrir la
suya propia en la calle Valentín Losada.
La explosión del polvorín de Cádiz de 1947 hace que retome contacto con Josefa
Ros Ayera, una joven profesora de piano con la que se había carteado
anteriormente, a la que había conocido a
principios de esa década y con quien casaría en la iglesia de San Antonio el
ocho de septiembre de 1956.
Josefa Ros Ayera nació en Cádiz el ocho de febrero de 1924 y era hija de Petra
Ros Ayera.
Se establecen en Cangas y Pepe ocupa cargos en Acción Católica, primero como vocal, posteriormente como presidente; siéndolo, también, de Cáritas y de la Adoración Nocturna de Cangas.
Poeta popular y benefactor comprometido.
Tiene tiempo de tramitar peticiones o arreglarlas a quien no sabe o a quien no
se ve capaz de hacerlo.